Nunca le pusimos una medida
al tiempo
pero
tres meses se pasaron volando
y ahora los otros tres restantes,
los que pasaron
los que pasaron
desde el cero del adiós
en vez de contar en positivo
para adelante,
me estiran el calendario
que unió sus puntas
formando un círculo
desde donde vuelvo a empezar:
tres da igual a cero.
Se pasa rápido el tiempo, in praesentia,
y con la ausencia, claro, a mí se me hizo un barro
sé
que quizás al segundo día ya lo naturalizaste
y dejaste de contar.
Me dirás
“lo racionalizaste”,
y entonces dejé de escribir.