miércoles, 21 de diciembre de 2011

Instrucciones para sacarse de encima a un tibio

"A los tibios vomitaré de mi boca"


Al tibio siempre es mejor olvidarlo, porque el tibio cuando se pone tibio alcanza una temperatura en la que es difícil discernir si en realidad tiene pretensiones de quedarse pegado en su estado de chicle o si mutará a un estado más frío para solidificarse y finalmente caer.
Entendemos que ninguno de estos saberes de física escolar van a reemplazar el sinsabor que nos queda de ver que el tibio, por más que le calentemos la pava, no tiene intenciones de hervir. Esperamos en vano ese momento de ebullición, y quizás hasta tenemos las fotografías mentales de un futuro que inventamos siempre que estamos por irnos a dormir, media hora de recuento de imágenes que son ficciones, y una detrás de la otra se suceden como las imágenes tibias de un deseo tibio que un tibio alguna vez, tibiamente engendró en mí.
Una vez el tibio instalado, tibio desde la comodidad de nuestro malestar, comienza a hacernos saber de su condición de tibio con su sola presencia.
Y como es de esperarse, la presencia del tibio se siente apenas. Como una mirada que queda distante, pero que igual mira, un ojo clavado en la nuca que no se va, pero que tampoco te saluda, una conversación en el chat sobre el clima, sobre su abuela, sobre el mate tibio que se está tomando, sobre el partido de fútbol en el que quedó en el equipo de los tibios porque empató cero a cero y está contento igual, o en la lectura última que se comprometió a terminar por miedo de parecer incompetente ante su próxima tibia charla de salón.
El tibio sabe que es tibio, y como todo tibio, se estremece de pensarlo porque es natural reconocerse en un estado intermedio. El tibio tiene un aura gris, ¿de qué otro color iba a ser? Ahora que lo reconocemos, pensamos que como idiotas nos habíamos enganchado del tipo más aburrido del planeta, porque gris, vamos, qué color es ese para un aura de poca temperatura?
Queríamos entender por qué nos vemos atraídas hacia el tibio. Naturalmente, su condición de estar "a medio calentar" nos sirve de motivación para pensar un sutil "yo te voy a calentar, papichurro" o "te voy a rostizar hasta alcanzar la temperatura en la que el papel se descompone", porque el fuego, el fuego que nace desde nuestros corazoncitos de mujer será más fuerte que la imposibilidad del tibio a la hora de calentarse.

Pero mujeres, lo que tenemos que tener en mente es que el tibio es tibio porque es tibio y no hay más tibio que por tibio no valga, más claro echale agua, y si es fría mejor, porque el tibio, ante la mujer de fuego sólo atinará a decir nada, se quedará quieto y transparente, y el fuego de la llama que tratamos de mostrar, arderá, y arderá, y podrá arder hasta el fin de los tiempos, y se consumirá solita, porque al tibio no le interesa mimetizarse con esta fragilidad del presente. Al tibio le podemos mostrar una teta que no reaccionará de ninguna manera, porque su condición de tibio lo mantiene alejado de las pulsiones naturales de estrujarla o al menos clavarle los ojos como disimulado. Al tibio podemos besarlo en la boca y chocarle los dientes, que eso no producirá en él ningún espasmo más que el recuerdo de que más vale que eso no lo sepa nadie, porque es tibio, y no le gusta verse comprometido al día siguiente con nadie. Al tibio podemos recordarle que nos gusta, y el tibio dirá simplemente que no sabe qué hacer con eso, y al tibio podemos invitarlo a salir de vuelta, que él no responderá jamás.
A veces el tibio nos saluda y eso nos calienta, pero él se mantendrá tibio.
A veces el tibio dice "qué bueno estaría vernos" y eso también nos calienta, pero nunca nos dirá dónde ni cuando, porque es tibio, entonces de manera tibia, a los días, se habrá olvidado de la invitación en su tibieza.
Como siempre, reconoceremos en un tibio al colgado, al colgado de las cartas de tarot que está con un pie doblado y con la cabeza apuntando hacia la tierra, porque el tibio no está ni suelto ni parado: el tibio está "a tientas". Y no hay forma de bajarlo.

Por eso, al tibio siempre es mejor olvidarlo, porque ese muchacho tibio nunca pensó en si nos miró, si nos dijo, si nos besó, si nos tocó el culo o si nos invitó a la casa a pasar la noche.

El tibio es tibio sólo cuando nuestra presencia ante él se torna invisible.


Qué mejor forma de olvidarlo, de sacárselo de encima que saber que desde un principio, el tibio en vez de mirarte a los ojos, iba a preferir mirar al costado de la vereda...

lunes, 19 de diciembre de 2011

No tendría que haberte escrito esto

Pero puesto que no volvimos a vernos
ni vamos a hablar
te quería preguntar
aún en mis silencios
temas improvisables
desde cómo, cuándo y dónde.
¿Sus ojos te conmueven?
¿Te mueven las pestañas de un lado a otro
perdidas?
¿Te llevan la conciencia

a niveles no descubiertos
por el hombre?
¿Te llaman a la noche y te despiertan entre telas?

¿Te dicen que sos luna mar y tierra?¿Te encuentran sin querer y te consuelan?
¿Te presta su camino para hacer y ser testigo
del derrumbe de tus penas
cuando estás fiel al recuerdo?
¿Te volviste a encontrar firme
junto a ella?
¿Pronombre ella o serán ellas?
¿Te lavan las penurias de un llanto reprimido?
¿Te escribe estos poemas en un rapto de suicidio?
¿Te recuerdan tus proezas
o te atajan el derrumbe?
¿Te cuidan en la ausencia
y te recuerdan en el subte?
¿Te dieron de leer sus penas?
¿Intercambiaron sus ardores?
¿Sabe de tus cejas
cuando están cansadas
y se esconden?
¿sabe que sos mucho más que esconde
lo que no quiere ver en el espejo?
¿Propone sus propios besos?
¿Te imagina así en sus versos?
¿Te rima cada nombre
en cada sueño?
¿Te conoce así desnudo entre tu pelo?
¿Así de tierna como yo,
se pone?
¿La querías ver violenta?
¿Así de triste como yo,
se agrieta?
¿Me quisiste ver
entonces?
¿Mi pregunta,
te aprieta?
Me cambiaste el zapato
por la piedra,
la piedra no habla
tu boca no responde.

El último hálito de esperanza se me esconde.

Y mi nombre estalla entre preguntas y vuelve rechazado a su cueva.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Dientito de leche


Se pasó el día jugando

como si amaneciera la vida en su mirada

como una estela de alegría posada

en sus dos piernitas de nena.

Se había levantado temprano,

tenía que ir al colegio,

pensaba en quedarse durmiendo

o iría tal vez a comer algo.

Serían las dos de la tarde,

Camila seguía en la cama,

despierta del sueño la muerte

con un revuelto

de un huevo con ajo.

Desayuna y almuerza ese huevo

se viste con su ropa de andrajos

levanta la vista hacia fuera

y emprende el camino

del mago.


¡Salva la vida con suerte

la bruja está al otro lado!

Anoche se le cayó un diente

pero el conejito

no había llegado.


Camila no fue hoy a la escuela

faltó y se quedó dibujando.

se fue a recorrer un sendero después

que solita se estaba marcando.

caía la noche y estaba

el sol por atrás de los autos

Camila llevaba sus trapos

detergente, cepillo y

de a saltos entre la gente

se reía de a ratos.

Hoy estaba contenta,

estaba feliz de estar trabajando

a la luz de la tarde,

Panamericana,

paradita al lado del semáforo.

esquina adorada, pensamos

y entonces ahí empezó.


Camila se sienta al costado

espera al rojo

del tránsito

para un auto atrás del otro

(Clarita está mendigando)

Camila prepara sus ojos

los cierra y ahí está soñando:


sus piernitas, huesitos de pollo

se abren como alas de pájaro

entre un cartel de máximo ochenta

entre el palo

como bailando poledance

en un caño

parecía una criatura de circo

la niña rareza de tres patas

pero la imagen es lo que ven:


Una niña, el pavimento, y un palo,

sus piernas verticales paralelas

envuelven al cartel como trenzas

su espalda perpendicular se sostene

contra la tierra que ensucia su ropa

con su pelo suelto echado a la mugre

de los autos parados que la miran vencerse

sus muslos atrapados rozando la madera

cuadrada y larga (como un falo)

las astillitas se le clavan en los labios

la sangre empieza a caer por su pollera

se le ven las nalguitas por afuera

cuando su cuerpo se aprieta contra el palo

como un látigo el movimiento de su columna

se levanta y se corta así un brazo

que queda desplegado contra el suelo

y el otro firme

todavía agarrado,

la cabeza se da vuelta hacia atrás.


¡Contorsionista pequeña de ciudad,

Camila, que te estás entregando

a la tierra como un sacrificio

del bendito Dios Conurbano!


La sangre sigue chorreando

pasan los segundos y el semáforo

no cambia.

Tu espectáculo es una maravilla

pero el tiempo se está terminando,

¡Correte de ese palo, nena,

correte que te están buscando!

Ahí viene tu vieja Manuela

a buscarte para ir al trabajo,

vamos Camila, ¡correte!

andate y volvete saltando,

ahí vienen con una escopeta

a buscarte para ir al trabajo,

ahí viene tu vieja, Camila,

viene también tu padrastro,

saltá o volá a la vereda,

que la noche te encubre tu rastro,

nadie se entera

si te vas

hoy,

nadie se entera.


Camila,

cerrá las piernas

levantate y mirá al costado

es hora de ir a dormir

¡Ahí vienen,

escondé la herida

y salí rajando!


¡Salva la vida con suerte

la bruja está al otro lado!

Anoche se le cayó un diente

pero el conejito todavía

no había llegado.