domingo, 19 de abril de 2015

Ida y vuelta en el sesenta dos



Quedé como la gallina degollada
Bertita me llamaban mis amigos
burlándose de todo.
De amor sí
de locura sí
de muerte sí
de todo.

*

Me encanta que uses mis argumentos
para discutir sobre literatura, políticas del cuerpo, feminismos o domingo a la tarde.

*

Hombre de la esquina rosada.
Siempre lo imaginé en Jurabildo.
Allí me espera uno distinto
cada vez.
Es el Hombre de la esquina rosada.
Lo lleva su destino de muerte
y a mí
el inconsciente, un sadismo, una repetición absurda.

*

Deambulé por bares y tugurios donde se *toma* y se lee poesía.
En ninguno de esos lugares iba a estar tu rastro pero te iba pisando los talones
las avenidas que recorrimos tantas noches
iban siendo subrayadas por el mapeo mental
y te extraño cartográfico
que busca
busca
busca
en otro tiempo a tu sombra
se sienta a tomar una cerveza por el pico
(lo lamenta mi yo poético pero es que también vengo de la provincia)
se ensucia su pantalón lujurioso de salir
larga una carcajada narcótica.

*


 Dale, dale y dale
con parecerse todos a todos.
La chica que toca la guitarra y canta canciones de la canción popular
te enamoraría al toque.
Por eso la odio,
la odio tanto.

*

Cuando viajo desde el conurbano donde vivo
a capital
y el colectivo pasa rápido
y llego en tiempo olímpico a donde me esperan
y no tengo que hacer combinaciones locas
de bondi subte tren y mil caminos
entiendo por qué NUNCA
pasaba rápido el colectivo
cuando te iba a ver a vos.

*

Al volver a mi casa
me recuesto sobre un almohadón de plumas
tiene dos efectos
soñar pocas veces y escribir otras pocas.
El último lo escribiré a continuación:
Una chica enojada escribía con un líquido baboso
en el vidrio delantero de un auto donde yo estaba
la palabra  e s p e r m a.
Me despierto y claro que no entiendo nada.
Pero la rabia de la piba
y sus consecuencias
más vale que la entiendo
la invitaría a mi casa a tomar el té,
que me cuente su historia.
Todas las chicas traviesas tienen sus buenas razones.
Todas las chicas poetas tienen su almohadón de plumas.




lunes, 6 de abril de 2015

El horror de los espejos

 Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos.
J.L.B.


El Aleph infinito que hay en el sótano de abajo
el viaje a la cuarta dimensión
el país de las Maravillas
la piedra de Obsidiana
y las cartas natales con sus mandalas
a otro también le mostraron
sus respectivos dolores
a tal punto intolerables
que le dio vuelta la espalda al espejo
alejándolo
pero
del otro lado hay otro espejo duplicado
y quien era un hombre ahora es un objeto tornasolado
frente a quien fui a pararme
y como si fuera un oráculo me dijo cosas
en un lenguaje cifrado
tiempo atrás
el acertijo.

*

Cuando me preguntó cómo estás
por primera vez en mucho tiempo
supe por qué las repeticiones
no eran equívocas
quizá un poco agrias nada más
(las conversaciones suelen ser
viajes en el tiempo)
y en una habitación en otro lado
como si lo estuviera viendo en una cinta
nos espié tirados tristes en una cama
recuerdo mirar al costado
y reconocer el llanto
no en vano los telos duplican los espejos
(me dije)
cuando daba sus razones sobre el fin
(él)
porque había visto en mí
tantas veces
al universo reflejado
tan basto
tan inaprensible
tan fuera de uno
que evité entenderlo
y acabamos
y lo perdoné.










sábado, 4 de abril de 2015

197



Algunas veces pasamos por las avenidas
por las que vuelvo a mi casa de provincia
pensando que en un momento
nos desencontramos tan de cerca
que no pudimos volver juntos
nunca más.

*
Cuando hago el recorrido inverso
y me veo yendo a tus lugares
me pregunto si alguna vez te fueras a chocar
con algún rastro de la torpeza
que te fui dejando en otro tiempo
y en otros espacios más líquidos
para que me recuerdes

te duela un poco.