martes, 24 de julio de 2012

Otro cielo


a N. M.


Siempre estuviste parado en el otro cielo
nunca te lo permitimos pero te fuiste a volar
estabas amarrado de pies y manos
entonces nos contabas tus historias del más allá.
Querías enredarte en la tierra con los pies
y con las manos tocarnos el alma de a poco
a cada latido de tu pulso
que se mostraba en un par de labios que sonreían
mientras tu cuerpo abrazaba al tiempo 
en toda su densidad.
Se nos pasó el tiempo a nosotros, porque te vimos
parado y quieto de arriba abajo;
eras demasiado para esta vida
entonces te fuiste alando
pensabas que si lo querías así
ibas a escribir tu propio mito callejero
y como Ícaro que se quemaba de pasiones
a mí me enseñaste a decir “te quiero”.
Me dibujabas con manos de niño
corazones e impulsos hermosos
porque qué importa que no tengan un significante
decías
que no había que anclar los sentidos
y había
que liberar los sentimientos
que pensar,
pensar era algo hermoso
pero sentir con los ojos era algo mucho mejor.
¿Qué inocencia se perdió con tu partida,
que me quedó en el cuerpo una distancia
que no alcanza para remediar lo irreparable?
Conocerte alcanzó para enseñarme
que una risa ciertamente calma todo
¿Cuánto más ibas a tardar en cambiar al mundo, eh?
Te creímos capaz de eso y tanto más
pero vos sorteaste tu última noción de héroe
cuando te convertiste en
un ángel.
No lo hubiéramos creído, nosotros los incrédulos
agnósticos
nosotros,
los racionales.
Queríamos sentir con el cuerpo todo
lo que no se transporta con el aire
entonces ahí venías vos a decirnos cosas
que no nos tomamos en serio
pero te nos colabas por debajo de la piel
con una palabra al oído
con un beso en la boca
con un pestañeo tuyo envuelto
en colores marrones.
Así se nos pasó la vida a nosotros,
los racionales, que no entendimos nada.
Vos en cambio,
lo sabías
preguntaste a todo el mundo
por qué amargarse si somos todo
si tenemos todo,
¿por qué amargarse?
Fuiste muchas veces nuestros ojos 
de chico travieso
hasta que pegaste el salto final
al otro cielo.
Me pregunto si alguna vez notaste el esfuerzo
que hiciste al hacerlo
porque me dejaste el mundo plagado de vida 
y de sueños.
 El tormento, la rabia, el sentimiento adolescente
no significan nada:
fuiste alguna vez en esta tierra el ser más
alegre
y con el más puro aroma a canela en un café
por la mañana.
 Chiquito corazón de canela
pensá en el cielo cuando se altera
y mirame diferente y enmarcando la vida
con tu mejor sonrisa
de esas gigantes y alfajorosas
de chocolate,
 nenito con dulce de peras
Se hace tarde y el mundo te espera
Queriendo trepársete por los pantalones,
¡Quedate!
Que se me pega el olor a lluvia y miel,
estirpe de mi propia especie.
A veces sucede que se enciende
una luz de alarma entre nosotros
y la sucesión de imágenes parece
terminar con el cuento.
 ¿Cuánto menos puede
hacer uno cuando afuera
sopla el viento
y por adentro
nada?


Aún después de todo este tiempo
estoy segura de que si leyeras esta poesía
te cagarías de risa y me preguntarías
por qué
tanto drama. 

Para acabar con la poesía



Se desataron los augurios más temidos por mí misma,
él se desprendió de su cuerpo para desgarrarme las encías
y mostrarme que con palabras
la vida se me iba de las manos
y se transportaba del alma para afuera,
del alma para afuera,
de sus manos.
Temí por mi cordura pero no desesperé,
entré en un trance eterno que me costó los días
más hermosos de la creación humana
porque no hubo signo más imposible de mirar
que cuando decidí que iba a jugármela hasta el fin
de mi ternura.
Fue un rapto, como un cataclismo impredecible
en el que me morí una, dos, tres veces, durante miles
de segundos continuados
imparables,
me decidí a sentirlo
y lo sentí,
lo sentí por dentro y por los costados,
me mostraba cada fibra de mis ojos deslumbrados
por querer arrancarle a él todo lo que había encontrado en mí.
No había más que verme
esperanzada como si me estuvieran dando motivos de vida,
llena de alma
llena de vos.
Fue imparable.
Pero hay un momento en que la poesía
se acaba 
y uno agradece el sentimiento.

Voy sintiendo que se hace la hora de decirte adiós
pero no lo consigo. 

domingo, 22 de julio de 2012

Siempre fuiste como una hoja en blanco


Siempre fuiste como una hoja en blanco para mí
donde podía escribir y tachar mientras iba inventándome
un esbozo de verme contenta y radiante
en la blancura de tu piel de rosa.

Siempre te dije que eras una hoja en blanco para mí
donde podía jugar e imaginarme poeta
escribiendo versos por siempre,
sin ataduras
sin lugar para que el tiempo se metiera a romperlo todo
un papel sin marco para despedirnos.

Pero también siempre fuiste como una hoja en blanco
porque callaste cada cosa que yo
iba repitiendo
cuando te decía “yo te quiero”
y a vos se te imprimía en el cuerpo la voz
que no contestaba.

Siempre fuiste como una hoja en blanco para mí,
donde esparcí 
de manera heterogénea y demencial
todos mis óleos y acrílicos
y calculé la longitud de tus pestañas
con mis pinceles
que te desnudaban de arriba abajo
con el movimiento de mis dedos 
ida y vuelta
en el camino que trazaba con las manos.
Te construían colores
palabras
verbos
acciones
flotando en la creación artística

como una excusa poética
o como mi posibilidad plástica.

Sigo rellenando los vacíos
(como un vicio).
Soy tu esclava y sólo escribo
sobre tu superficie blanca. 

sábado, 21 de julio de 2012

Me salva, pero ya no te soporta


Te escribí tantos poemas como pudo soportar la poesía en sus peores momentos
y también en de mayor intrascendencia.
Te escribí mensajes de texto correctivos y algún que otro mensaje reparador
pensando que mi herida se sanaba de a cachitos
especulando que tendiéndote de la mano para no dejarte caer tan de golpe
iba a ser una especie de paracaídas mío
cuando me soltaste con la otra mano y me dejaste desaparecer como si nada.

A mí la poesía me salva, pero ya no me soporta

¿por qué te hacés eso?
¿por qué me hago esto?
Una palabra se escucha más sensata con el tiempo
cuando se corre la sensación de recién levantados
más temible e infundada de recelos
cuando todo rima con un sonido que repiquetea como desazón
(y suena más idiota que verme frente a una hoja en blanco
acordándome de vos, una vez al día.)
¿qué pasó que no puedo dejar de escribirte?
Algo salió mal, algo nos hicimos,
es decir,
algo dejé hacerme;
me pegó mal 
alguna canción que ya no me acuerdo
O una charla en la que yo tomaba un té 
que vos no pagabas
O una noche en la que dormíamos 
porque no podías más.
Algo hubo
Que deconstruyó lo conocido y destruyó lo que tenías en tus manos,
en las que cabía mi frente de mirada seria y ojos duros,
que empezaron a verse plagados de llantos

porque algo quise hacer, algo hubo que quise hacer

¡Yo quería salvarte!

de vos, de mí
de todo lo que nos hacía sensibles
de todo lo que podía protegerte con mis manos
cuando te agarraba del cuello y te besaba
O cuando pensaba que podía reabastecerte y darle calma 
a tu pensamiento tirano
de verte como adulto atormentado que,
da la casualidad,
es todo lo que yo podía ser con vos.
(Pero esto no lo cuentes)
Porque ya lo ves, yo quería salvarte
pensaba que si me querías
que si llegabas a verme como yo te quería
ibas a salvarte
porque así me salvaba yo,
y te decía: “no te salves”; no, no te salves vos,
yo quería salvarte, quería ser esa que te diera
todas las cosas que no te dio nadie
con la boca, con las manos, con el habla
con las palabras que me sobran cuando digo cosas
llenarte la boca de las palabras que a vos te faltan
quería salvarte, caberte, llenarte,
quería verme como en un espejo
desafiando a mi pobre corazón de nena asustada
que quiere pan y no le dan.
Escuchá: late. 
Late. 
La respiración se aceleraba con el pulso,
mi cuerpo fue una fundición de suspiros
y en nombre de la refundación de tu falo
yo te daba enamorado el mío; lo creaba 
con pinturas y poemas
cada día, le construía andamios para que no se cayera
y vos
eras mi ejercicio plástico.
No te salves, te decía yo, y citaba al poeta.
No te salves. Y me decías
que ese poema te había regustado
pero no lo sé.
A mí me salva la poesía pero a vos ya no te salva nada,
por revolcarte en el orgullo
y tenderle puentes a la oscuridad
decir que está todo bien y que sos feliz
sí, que sos un tipo común y que sos feliz
aunque no  se le note una gota de sensibilidad a tu mirada.
Porque sos un niño que nunca dice nada.
Que prefiere el silencio al ruido.
Que se tapa los ojos con sus propias pestañas
pasa el tiempo y nada le extraña
tiene a la vida en frente suyo y la mira desde la platea alta.
(No, me vas a decir que no, pero
¿no es esto lo que me dejaste a mí?)

Hoy me di cuenta
en un rapto de espontaneidad y locura
de que no hay palabras que suplanten el silencio
que supiste acumular con tu partida.
Hay una deuda que quedó perdida entre mis tickets
de pérdidas
(que son muchas)
porque me propuse darte todo y salvarte y
ya sé, una boludez total.

Es que a uno le pasa a veces que siente
que si quiere a alguien sin condición
esa persona también te querrá incondicionalmente
y no te va a dejar de garpe cortamambos
sin explicaciones.

A mí me costó entender la paradoja de que no podías y
esa fracesita sublime del "no estoy listo".
Otro caso fatal del "no sos vos, soy yo".

A vos te costó entender que a mí de nada me hacía
que ante mi propia muerte dramatizada
me pidieras perdón.

Porque a mí 
la poesía me salva, pero ya no te soporta.
Quizás también es tarde para decirlo

es que tampoco me dejaste mucha opción
así que cada último renglón
puede ser siempre 

mi nuevo punto de partida.

domingo, 15 de julio de 2012

Amor clasificado en el baño


Hubo un tiempo en el que se iba sacando la ropa de saber que iba a verlo, con el pensamiento y con las manos cuando se estaban viendo, ella tenía los botones preparados con la memoria y sabía a qué altura de la panza terminaba el caminito del abrirse la camisa y entregarle el cuerpo al hombre que tenía en frente suyo.
Cuesta trabajo pensar cómo ese ejercicio plástico tan irremediable se iba acomodando a su conciencia con cada salida, el tiempo que calculaba se pasaba cada vez más rápido y de un momento a otro se hacía imposible calcular cuánto menos iba a tardar en fundirse en el rostro ajeno. Había una voluntad constante, es cierto, también había un motivo noble: amor.
El tiempo y el motivo se entrecruzaban como calles contrarias y en las esquinas se posaban todos sus deseos de futuro con sus patitas firmes al suelo agarradas a la tierra como si fueran raíces y era natural encontrarse a ella misma firme junto a él, besándole los ojos cuando se estaba por quedar dormido y ella pensando qué hermosa que era cada hora de aislamiento encerrados en un albergue transitorio barato. Se preguntó muchas veces, un tiempo después de lo acontecido esa pregunta que parecía tan obvia con la distancia, ¿estaba enamorada? Claro, por supuesto que se había enamorado perdidamente y con ello, entregado su alma al más terrible de los carceleros. Su amor estaba intacto y no había forma de reducirlo a cenizas por más que lo estropearan con cada indecisión cotidiana de él. ¿No se había dado cuenta?
No manejaba el discurso del enamorado, no manejaba ningún discurso, no manejaba nada bien realmente, pero ¿qué dejaba ver? Una, dos, tres veces, otras tres más, otra semana más, no sale. No sucede. La aquieta la angustia, no va a pasar. Pensó en buscar ayuda en otras personas, pero él no podía darle lo que esperaba, y ella se sacaba la ropa cada vez más rápido, y su cuerpo ya no era más que suyo, es decir, de él, pero no sucedía. Y con ese desaparecer, una esperanza por vez iba quedándose cada vez más librada al azar y más sola. No sabía qué podía llegar a comprender, una situación inentendible es una deducción que no se deduce de ningún lado, y por más que ella estrenara un corpiño con detalles de amor en el rostro a él no le pasaba, y yo lo veía apuntar hacia abajo con la cabeza caída, te ponías nervioso y yo quería largarme a llorar sola al piso.
El amor, ese motivo noble, esa voluntad constante, esa fundición en tu cara, ¿dónde quedó?
Hoy me vi al espejo cuando fui al baño de un café mientras charlaba con otro hombre y mis certidumbres volvieron a querer tirarse a llorar en el suelo porque me cuesta saber dónde está cada botón de mi camisa y me da pánico pensar en el tiempo que voy a tardar en desabotonarla la próxima vez. Y voy a quedar como una estúpida.
Esta habilidad adquirida con el tiempo se me vuelve necesaria y es cuestión de concentrarse, está bien, nada grave, pero cuando la impotencia vuelve a darme vueltas en la cabeza me doy cuenta de que aquella que vos veías enamorada es una persona que hoy me cuesta reconocer. No siento absolutamente nada. Un día más que pasa y yo sin probar aquello que ando buscando.

Al parecer, con poner un aviso clasificado en el diario no alcanza. Como diría un amigo, también "hay que ponerle onda". 


domingo, 8 de julio de 2012

Mejor te invento



Ya no sé qué inventar para dejar de pensarte.
me busco un camino
a la mañana cuando piso la vereda
y a la noche
porque siempre a la noche duele más estar extrañando.
Me pregunto si me olvidaste
o si alguna vez te acordarás de mí.
Entonces busco involucrarme con otros,
y me creo un lenguaje 
(como un balbuceo)
en el que definitivamente no estás.

Mi lengua recorre otros paladares, es posible. 
Pero en días como éstos
mi boca sólo sabe decir tu nombre. 

sábado, 7 de julio de 2012

Cansada




y de los replanteos
y recontradicciones
y de los repropósitos
y de los reademanes y los rediálogos idénticamente  bostezables
y del revés y del derecho

O.Girondo, "Cansancio".


Cansada.
Cansada de rememorarte y retorcerte en sueños retorcidos
como si la ausencia fuera una razón más del tiempo para pensar que estás dormido
y que yo no estoy despierta y desolada e idiota.
Cansada de pensar en desatinos y desiertos mundos en los que habitabas
y de querer que nazca de repente una ramita verde
de entre los cerros áridos de tu mirada estrecha.
Cansada de leerte en cada poema ajeno
y cansada estoy de escucharte en cada canción pop barata
¡Infeliz!
Estoy cansada realmente de estar sintiendo
que el cansancio sin decirte algo nuevo
es un cansancio que no se cansa.
¡Se me pasó el sentimiento porque lo mataste a pajas!
Cansada de mirarme al espejo llorante
y pensar que en estos ojos también estuvieron aquellos
y que el rastro en la pupila que era tuya se aleja
con cada día que pasa y el frío se me mete por el costado
sintiendo que no es el invierno crudo de siempre
que se nos vino encima
sino el incansable paso del tiempo que me atraviesa y me retuerce el cuerpo
porque estoy cansada,
acabada en todos los sentidos
por eso en este poema no escribí todavía
la palabra “pija”,
porque de eso estoy
realmente y jodidamente cansada.
Cansada de querer y no querer mirarte con ese recuerdo tarado,
cansada y presa de tus pantalones de jean desgastados
viejo y solitario se suicida mi cansancio,
y también resiste,
con sus quinientos silencios acumulados de la última vez que me dijiste
que estabas bien.
Cansada de todo y
vuelta a verme como una mujer cansada que sale del trabajo
y recibe sin problemas los volantes de la entrada del subte
pero que no se banca verse cansada
extrañándote como pelotuda,
pensando que queda consuelo por el tiempo pasado,
¿qué mentira y engaño es ese?
Quedaba más cómodo salir a ahogarme la cabeza
equivando todo lo malo,
pensándote bueno.

Estoy cansada, y es por todo esto
que tengo que matarte a vos y al recuerdo que me dejabas.
pasa el tiempo,
yo me siento recontra idiota
Y vos ajeno a todo andá a saber qué vidas nuevas estarás viviendo,
depositando a cada instante la esperanza de pensarte distinto
y yo acá
podrida de todo,
¡Cansada!
Padezco cansancio
parezco un eunuco

el cansancio se parece tanto a la nada.

martes, 3 de julio de 2012

Alma de botinera



Tengo alma de botinera.
Nací marcada a fuego por el destino como Esperanza Hóberal
y sé que mis dotes para escribir poemas son tan grandiosos
que se materializaron en forma de pelotas de fútbol 5 cuando me hice mujer.
Me gusta escucharlos hablar sobre pases y penales,
(a los hombres que juegan al fútbol y me hablan de teoría o se ponen a filosofar)
no entiendo un carajo,
pero me encanta.
A mí, ni me escuchan.
Hablo en plural porque ya lo dije,
tengo alma de botinera,
y mis aspiraciones no son altas sino múltiples:
voy de botín en botín, haciendo correr la bocha por el césped
gritando cada tiro de esquina como si fuera
el último grito que fuera a hacer en la Tierra
(y se lo dedico a todas las mujeres que siempre dejan todo en la cancha, como yo
que también tengo aptitudes de delantera).
Tengo alma de botinera,
aprendo de fútbol y se me pega el decir “fobal”,
comento los partidos y también sé sobre la B Nacional,
pero sobre todo, mi alma de botinera es auténtica.
Antes que las vedetongas salieran en la tele
yo ya los miraba en la hora de gimnasia mientras corrían a la pelota en el colegio
soñando que algún día
algún día,
esos piernudos sexis de peinados locos
me iban a empezar a perseguir
con sus ganas de marcarme un tanto de media cancha
para gritar “gol, Florencia, gol”
con un grito que los dejara sin garganta.

Mientras yo, por dentro
medio en venganza les replico (con una falta
que ningún árbitro observó):

“Son todos putos la puta que los parió”.

Son todos putos, 
la puta que los parió.

lunes, 2 de julio de 2012

Porque vive en mí tu recuerdo, te olvido



Estos días te extrañé con una rabia inmensa.
Me odio un poco a cada recuerdo porque pensaba que con el pasar de los días se habían extinto
quizás no,
puede que sea un signo de nostalgia,
otro más que se me cuela entre las otras nostalgias
y que viene a saludarme desde tan lejos.
pero te extraño, te olvido y te amo de nuevo.
También monté una secuencia con imágenes de tu pelo
dibujando con mis ojos cerrados el contorno de tu cuello con barba
y me sentí transportada al pasado contra mi propia voluntad.
A cada minuto lo intento
-te amo-
mi único objetivo era retenerte fuera de la vista y hasta
pude dejar de contar las horas que nos separaban
y hasta pude entender que lo que nos había separado
fuiste vos.
¡Es que yo ya no tengo remedio! te extraño, te olvido
y te amo de nuevo.
Entonces no,
te extraño con una rabia que me cala la memoria y me parte de lado a lado
a este cuerpo que tiembla asustado
porque no sabe si te extrañó, si te perdió
o si no tenerte es acostumbrarse a estar sin vos y listo.
Pero estos días te extraño como nunca extrañé a nadie en la vida
los mares se agrietan de extrañarte y eso que no tengo ningún mar a la vista,
te imagino suelto de ropas y con el torso desnudo y te extraño

porque hay personas que
hay cierta gente cuyo paso por mis días se mantiene igual de alegre
con la misma vocecita, haciendo los mismos chistes tontos
y repitiéndose como un holograma de literatura
para mostrarme que te extraño con rabia porque
no estás.
Porque ausente es el que decide cargarse de ausencia

Y yo, a tu ausencia, no me la banco.

Pero lo que me da más rabia, lo que me altera más y me revienta 
es que vi tantas películas románticas y escuché tantos temas malos de Ricky 
en lo que fueron estos últimos tres meses
que lo único más patético que escribirle un poema al aunsente que se rasca la panza
-al ausente que ni lo nota-
es hacerlo a las dos de la mañana pensando que con eso uno va a sentirse menos desgraciado.

Estos días te extrañé con una rabia inmensa.
También me di cuenta que tu esperma sabía diferente cada día y eso

eso es algo difícil de olvidar.

Boquitas

Los hombres que buscan a los hombres
o que creen ser hombres, no lo saben
pero lloran y buscan a su madre cada vez que acaban
y se les achicharra el pito.
Su desnudez los vuelve chiquitos.
Las mujeres los besamos, los chupamos, y nos dormimos


porque sabemos que esos hombres nunca van a despertarse.