domingo, 22 de julio de 2012

Siempre fuiste como una hoja en blanco


Siempre fuiste como una hoja en blanco para mí
donde podía escribir y tachar mientras iba inventándome
un esbozo de verme contenta y radiante
en la blancura de tu piel de rosa.

Siempre te dije que eras una hoja en blanco para mí
donde podía jugar e imaginarme poeta
escribiendo versos por siempre,
sin ataduras
sin lugar para que el tiempo se metiera a romperlo todo
un papel sin marco para despedirnos.

Pero también siempre fuiste como una hoja en blanco
porque callaste cada cosa que yo
iba repitiendo
cuando te decía “yo te quiero”
y a vos se te imprimía en el cuerpo la voz
que no contestaba.

Siempre fuiste como una hoja en blanco para mí,
donde esparcí 
de manera heterogénea y demencial
todos mis óleos y acrílicos
y calculé la longitud de tus pestañas
con mis pinceles
que te desnudaban de arriba abajo
con el movimiento de mis dedos 
ida y vuelta
en el camino que trazaba con las manos.
Te construían colores
palabras
verbos
acciones
flotando en la creación artística

como una excusa poética
o como mi posibilidad plástica.

Sigo rellenando los vacíos
(como un vicio).
Soy tu esclava y sólo escribo
sobre tu superficie blanca. 

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