sábado, 23 de marzo de 2013

Ay, Andrea



Ay, Andrea, vos sí que sos ligera.
Ay, Andrea, qué astuta que sos.



Dijo: -Me violaron, mamá, me violaron.
No le creían.
(Su hermana también había caído embarazada
la noche anterior)
Andy quería salir aquel fin de semana
y se fue a lo de su amiga que
tampoco le creyó.
La panza no era de gorda, 
pero así no podía bailar.
Llegó a pensar que iba a tener que escaparse
el sábado 
y se hizo prófuga.
Dijo: -Me violaron mamá
el día que siguió.
No le creían.
Andy se escapó el viernes a la madrugada
y se fue con su noviecito 
a un hotel.
No era su primera vez, claro,
pero tampoco es necesario aclararlo,
su novio tenía dieciséis,
y ella estaba gorda, otra no le quedaba.
Después te preguntás, 
si un pibe de dieciséis
se coge a tu hija de trece,
qué hacés.
Y, lo cagás a palos.
Imaginate que la agarre uno de treinta.
Lo matás.
Bueno,
al otro día, el sábado,
ella dijo: -Me violaron.
No le creían. Claro 
que no le creían.
Andy cuando salía
chupaba pijas por tragos,
el barman le decía
"acá tenés tu trago amargo, 
pichona"
y ella iba y le bajaba el cierre de la bragueta
y hasta el fondo nomás.
No me voy a poner moralista.
Que las nenas bien esas cosas no las hacen,
porque las hacen,
nenas o no.
Pero imaginate que a tu hija de trece
la agarre uno de treinta
por atrás,
sin pedir permiso,
sin decir "sorpresa",
en el baño contra la puerta,
imaginate el grito pelado de la piba,
que al otro día dijo "me violaron"
y nadie le creyó;
y vos,
mirando la noticia
de la nena de trece que apareció embarazada a la semana
y que a los meses no sabía qué hacer y abortó
y se murió,
imaginate diciendo que eso le pasó por trola,
hablando con tu vecina,
a la que te cogés cuando no está tu señora,
pensá cómo ella se quedó dormida al lado de la reja que cierra mal
en el fondo del pasillo de la casa 
que bordea tu casa
y que da al baño
imaginate que para terminar de desangrarse se fue al baño oscuro de noche,
esa noche que los perros se pusieron a ladrar a coro
y vos no podías dormir,
acordate de cómo no podías dormir por el llanto de los perros,
esa noche la nena era una perra más
durmiendo su última noche entre los animales
recostada contra la puerta improvisada del baño
abrazando el fetito que se le había salido del cuerpo
envuelto en un pedazo de toallón
como si fuera un mueñequito de trapo,
la putita del barrio,

qué mal la pasó. 





domingo, 17 de marzo de 2013

Veranos en marzo


Los veranos que pasaron durante los últimos años de la década de los noventa los pasé en la bañera del baño, el único y primer espacio terminado de la casa a la que nos mudaríamos tiempo después con mi familia. Los sábados que mi papá no iba a la oficina, nos traía a la casa de Pacheco, a la tardecita, a ordenar cosas. Materiales de construcción, inspeccionar esquinas, a veces pintar algo que no había quedado bien. Los días de mucho calor, llenaba la bañera y nos dejaba ahí jugando mientras él hacía sus cosas.
Ayer fui a visitar la nueva casa de mi papá. Se está mudando como por tercera vez desde que lo conozco, y no sé si llamar mudanza al movimiento de regreso a la primera casa que conocí, porque sería raro. La casa está distinta. Pero fue un alivio encontrar que ahí también hay paredes que todavía falta pintar. El olor a enduido, el polvillo y su incipiente aroma metálico; y el paso del tiempo, siempre viene con estos olores rancios el paso del tiempo. Sobre todo a principios de marzo.

lunes, 11 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Combustión espontánea



Me gustás porque sos de esas personas que odian el instagram
pero que si pudieran tenerlo lo usarían hasta el cansancio.
Me gustás porque decís que sos humilde
y no tenés problemas en gastar los fines de semana
cuatroscientos cincuenta pesos en salidas y alcohol.
Me gustás porque sos libre
de repetir cuanto afiche leas por el camino a la facultad
y sobre todo,
porque estás tan comprometido con el presente
que pensás que todo pasado fue mejor.
Me gustás porque te comprás esos lentes gigantes para demostrarlo
y decir que leés un libro que te ayuda a entender mejor el mundo
(Galeano)
pero que mientras tanto vas a cargar en tu mochila
por si acaso.
Me gustás porque me escribís que no te gusta estar atado a nada
y me lo dejás con una canción en tu muro de facebook
mientras actualizás tu estado desde el celular.
Me gustás porque sos honesto
y me decís que te guardás el cambio que no le dejás al mesero
y porque cuando hablamos de amor
me gustás más.
Cuando hablamos de amor, lo hacés con canciones, y con dibujitos de Liniers,
de esos que me gustan tanto
para no caer en el cliché.
Nos gustamos tanto más que lo que se gustan el resto de las personas
que compramos dos entradas para ir a un recital a que nos toquen
esas canciones
y podamos ser más originales
y más frescos
diciendo que nos gustamos
y nos divertimos 
pero que nada más.
Pero me gustás tanto más que eso
porque me hiciste prometer
que nunca,
nunca,
debíamos hablar de amor
porque en los tiempos que corren
el amor se corroe con la palabra 
y durante el acto mismo de decirlo
vos, que me gustás tanto
corrés el riesgo de morir por combustión espontánea
(y yo no quiero que te pase eso).