domingo, 17 de marzo de 2013

Veranos en marzo


Los veranos que pasaron durante los últimos años de la década de los noventa los pasé en la bañera del baño, el único y primer espacio terminado de la casa a la que nos mudaríamos tiempo después con mi familia. Los sábados que mi papá no iba a la oficina, nos traía a la casa de Pacheco, a la tardecita, a ordenar cosas. Materiales de construcción, inspeccionar esquinas, a veces pintar algo que no había quedado bien. Los días de mucho calor, llenaba la bañera y nos dejaba ahí jugando mientras él hacía sus cosas.
Ayer fui a visitar la nueva casa de mi papá. Se está mudando como por tercera vez desde que lo conozco, y no sé si llamar mudanza al movimiento de regreso a la primera casa que conocí, porque sería raro. La casa está distinta. Pero fue un alivio encontrar que ahí también hay paredes que todavía falta pintar. El olor a enduido, el polvillo y su incipiente aroma metálico; y el paso del tiempo, siempre viene con estos olores rancios el paso del tiempo. Sobre todo a principios de marzo.

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