skip to main |
skip to sidebar
En el año 2013 conocí a Aristimuño. Fue en un bar en Villa Crespo. Para contar esta historia tengo que agregar también que ese día, había salido con un chico por primera vez. Habíamos ido a otro bar antes y por nerviosismo o lentitud, las horas pasaron charlando sobre el libro de Fogwill con el que me esperó leyendo (mientras yo llegaba previsiblemente tarde), hasta que no quedó nadie y fuimos al bar donde conocí a Aristimuño. Cuando llegamos, yo corrí al baño a retocarme el maquillaje y el muchacho me esperó en la barra con dos botellitas de cerveza. Yo no sabía que ellos tampoco se conocían, pero cuando salí del baño, lo vi conversando con alguien y me puse más nerviosa, hay que saludar a un tercero, pensé, y me acerqué despacio. Te presento a un amigo, me dijo. Hola, qué tal, cómo te llamás, le pregunté como una idiota. Lisandro, respondió (claro, qué iba a responder). Charlamos un rato. Pasó que Aristimuño había tomado la cerveza del muchacho por equivocación y medio esquivo accedió a quedarse para que nos presentaran porque yo también durante mucho tiempo había ido a sus recitales. Aristimuño estaba bastante escabio. El muchacho y yo estábamos muy nerviosos porque era la primera vez que salíamos. Entonces Aristimuño preguntó qué hacíamos y cómo nos conocíamos. El muchacho le dijo que yo era poeta, lo dijo orgulloso. Pero que no nos conocíamos: era la primera vez que salíamos. Entonces, ya pudiendo decirle Lisandro, nos preguntó si nos gustábamos. El muchacho me miró, hizo una pausa y dijo que sí. Que yo le gustaba. Entonces Lisandro tiró sus magias y se fue, para que los nerviosos tiráramos las nuestras. Apenas volvió a saludarnos cuando vio que nos besábamos. Seguía escabio, él. Nos miró, nos guiñó un ojo y dijo: qué bueno esto, los dejo tranquilos. Recién pude volver a ver en vivo a Lisandro el día que decidimos con el muchacho que no nos íbamos a ver más. Durante ese recital lloré mucho. Pasó un tiempo hasta que pude escuchar estas canciones sin que se me viniera el recuerdo mágico-amoroso a la cabeza. Pero pasó ya tanto tiempo que hasta parece que todo esto que cuento le pasó a otros, más nerviosos, más ingenuos, más desconocidos de lo que son hoy el uno para el otro.