domingo, 29 de abril de 2012

Por qué no hay que querer los domingos


Hoy, que es un día del orto y también hace un frío conchudo,
pienso que no hace falta quererte, y después pienso que es tarde para decirlo.
Se complica porque la cabeza, el corazón, esos órganos pelotudos
no me dejan, y por alguna razón estúpida empiezo a escribir un poema
con un condicional que me recuerda 
a ese verso horrible:
"si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido.."
pienso entonces que si por quererte tengo que dejarme los ojos al costado
y tenerme las manos atadas por los guantes o por el frío de este otoño de mierda
voy a tener que empezar a dejarme los ojos al costado y las manos atadas y muertas de frío de vuelta.
Si por decir que “te quiero” tengo que bancarme
que tu silencio se convierta en el tiempo
y que yo me quede arrugadita en la punta de la cama
mirándote con cara tierna a los ojos de tu cara de tierno
tal vez sea hora de empezar a resignarme a vos, y eso no, no lo quiero.

No quiero los silencios sin las horas que me da tu locura,
no quiero las manos sin los dibujos que me hace en el cuerpo,
no quiero los poemas que te escribo en los cafés,
no quiero que me mires con gestos de espanto,
no quiero que me entiendas todo lo que hago,
ni quiero que me escuches todo lo que digo,
no quiero esos minutos perdidos y encontrados,
no quiero los ruidos que hacen tus besos conmigo,
no quiero esperarte y mirarte dormido,
no quiero los vasos de birra que tomamos,
no quiero perderme porque todo es un caos,
no quiero el ocaso ni el cine, ni el telo,
no quiero tu número ni quiero tus ánimos,
no quiero de tu alma cuando expulsa dulzuras,
no quiero de tu voz,
no quiero de tu espacio,
no quiero tu vacío, tu relleno, tus miserias,
no quiero tu cuello (la reserva del deseo instantáneo),
no quiero tu duda,
no quiero tu miedo,
no quiero conmigo todo lo que traigo,
y no quiero que veas todo lo que tengo
porque si me mirás
y me ves
y te das cuenta
entonces te vas a acordar
de cuando decís que estás loco y yo me río, despacito y escondo la risa,
de cuando te pido que me acaricies el cuello para poder dormirme,
de cuando te escribo estos poemas tan chotos (perdoname),
de cuando me mirás porque me porto como estúpida sin motivo,
de cuando te digo que no salgo con todos los pibes que me escriben el muro
de cuando te escucho quejarte porque no te das cuenta de que estás re bueno,
de cuando se me hace tarde y de cuando esperás el colectivo,
de cuando me callás con un beso y después sigo hablando giladas,
de cuando te ponés triste y de cuando lo percibo
de cuando, bueno: el ocaso, el cine y el telo,
de cuando los mensajes escritos y de cuando sé que vas a decir "carajo"
de cuando recibo de tu cuerpo tu cuerpo,
de mi voz
de mi espacio
de mi presencia, 
y de cuando estoy feliz
y de que también a veces soy genial,
de que tengo cosquillas,
y de que estoy muy segura.
De que soy insegura también,
y de esto que llevo a todas partes
cuando estás conmigo
y que te traigo para dártelo
escrito en verso.
Entonces me ves, lo sabés,
y me dejás a mí sola y entonces la cago
pero mirá que lo pensé y le di mil vueltas
y no encuentro una sola razón para no decirlo.

El beso, el gesto y la mirada.
En ese lenguaje yo también vivo, campeón.

Y ya es tarde.
Y estoy sola en casa.
Pero es domingo
y estás lejos.

4 comentarios:

Lighten Angel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lighten Angel dijo...

Suéter rosa para el frío y yo te digo:
Qué lindo, qué lindo.

Quappi dijo...

Gracias Carlita :)

Vandal Savage dijo...

Hacía mucho no andaba recorriendo blogs, y este me sigue entreteniendo!
Aunque antes era más lúgubre, con sus tonos oscuros