domingo, 17 de noviembre de 2013

Cuando Aristimuño conoció a Fogwill



Este es un relato falso
Aristimuño nunca conoció a Fogwill
Yo te vi con un libro de cuentos, nada más.
No vayas a creer que es cierto
que recordaba las imágenes que estoy inventando
no vayas a pensar que quise dibujarte las mejillas dormido,
no, eso no pasó nunca.
Perdí el tono y la línea del flequillo
¿cuánta verdad podría haber en eso?
Este es un relato de mentira,
un chiste,
una casualidad.
Fuerzo las palabras
no les saco ni un sentido
eso me queda bien
me tranquilizo.
Entre medio de los planes encontré un punto de fuga
como buena impuntual que soy
no sé si lo viste,
se me pierden los ojos también
no me banco los momentos de atención
y pido socorro cuando hablo
hablo,
hablo de más
allano el camino hacia lo incierto:
Sopetón.
En esa descripción hay algo que se contradice:
lo que planeo es transmutar la pérdida
el tiempo muerto para mirar desde el costado
y atravesarte oblicuo en un decorado de encuentros.
Narro, narro para que el tiempo se vuelva denso
para escribir un relato falso.
La primera verdad es esta:
leías los cuentos completos de Fogwill cuando te vi
yo escuchaba a Aristimuño antes de llegar.
Nunca vayas a pensar que lo que escribo es cierto,
con que el texto soporte las capas de piel que voy perdiendo
el peso de las manos
que ahora sueltan la garganta
una mirada tirada boca arriba
sin leer a nadie
sin escuchar nada
quién podría intuir que escribiéndote me mojé toda.

Es que no hay que creerme nunca cuando escribo
aunque deberias abrazar siempre el milagro de estas palabras.

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