¿No te pone triste,
no te da dolor?
¿La crueldad de unos con otros,
la sombra del rencor?
No estoy triste.
Sólo me gusta escaparme,
chocarme,
salir a caminar
gastarme las suelas cuando estoy meditando.
Suele pasar después de un rato
sobre todo cuando me despierto en la superficie
del que me invitó hace un rato a recorrer su mundo.
No hay pena ni gloria
en caminar sola
por eso lo elijo.
Quise desprenderme de los cuerpos
para hacer del mío algo más mío,
y caminé
para recuperar el aliento
en un día feriado.
Arriba no hay nada nuevo
y el piso también está nublado.
Las personas tienen una temporalidad distinta
en la calle
que en la cama,
porque en la calle nos chocamos
y nos vemos irnos,
pero nunca nos vemos acabar.
No pasa nada. Es cotidiano.
La sonrisa de la chica del mostrador también.
Yo no estoy triste.
No me pone triste
y no me da dolor.
Soy el género femenino de la palabra patán,
ya lo sé.
Pero los días amargos tienen este sin razón de ser
que me saca de quicio
y me siento sola.
Terriblemente más sola
que cuando decidía buscar una noche en la distancia
y un revés de camisa de hombre del que preferí huir.
Latte grande,
con espuma
para que me borre el sabor a plastilina de la lengua
porque
siempre pensé
que el sexo también tiene gusto a juguete.
Beso mucho, escribo poco.
Es que las cosas destinadas a sentirlas
me empecino en evitarlas.
Por eso mezclo azúcar y edulcorante
en el Starbucks de Acoyte.
Muy posmo, ¿no?
Me gusta escaparme,
chocarme,
ponerme a pelear.
Y patear un rato sola
refregándome la soledad en la que me suscribo
después de cada polvito express.
No me pone triste.
No estoy triste.
No me da dolor.
1 comentario:
aunque lo repite una y otra vez cuesta creer que no
interesante, me quedó esta frase
"porque en la calle nos chocamos
y nos vemos irnos,
pero nunca nos vemos acabar."
saludos flor
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