sábado, 9 de abril de 2016

Scalabritney


Britney survived 2007.
You can handle today.



I

Le gusta cambiar el nombre de las calles o las ciudades. Vive en Saint Ferdinand y se toma el tren para llegar a Jurabildo y enganchar otro bondi para verlo. Ayer lo esperó en Scalabritney. Llovía apenas y se estaba haciendo pis encima. Caminó unas cuadras mendigando un baño que ningún bar ni resto le cedió. Venía viajando un rato ya, en otro bondi, el que pasa por Avenida Cristobal Colón Colón que grande sos. Él le había dicho que podía esperarlo en Scalabritney.
Tenía un malestar en el cuerpo que le venía de antes. Se activaba el instinto de huida en ciertas ocasiones y le hacía doler los pies. Le molestaba la lluvia que le arruinaba el peinado y le humedecía la ropa. Lo peor es el agua en las medias de nailon, se vuelven pegajosas y no hay nada que pueda hacerle. La noche en sí es linda. La lluvia también es agradable pero le cuesta no quejarse en presencia de él. Algo de incomodidad tienen los encuentros. Lo familiar no lo percibe y se dedica a transformar los eventos en imágenes ominosas. Viajar puede ser una catástrofe. La lluvia puede ser impedimento. Y el afecto siempre le resulta monstruoso, pero porque no lo entiende.

II

Cuando no conoce el nombre de las calles o de los barrios le gusta preguntarlos. Dice algún comentario para que él le haga de guía turística, pero está lloviendo un montón y el bondi no avanza mucho. Pareciera que cada vez que ella pregunta ¿dónde estamos? y él le contesta que no avanzaron mucho, ella no lo entendiera del todo, entonces le repregunta ¿dónde estamos? y él le contesta que no avanzaron mucho. Porque es preferible eso antes que decirle que siguen en la misma avenida que en la pregunta anterior, o que pedirle que levante la cabeza un poco porque ella solita podía darse cuenta. Lo que él sabe es que ella pregunta mucho porque no quiere mirar. Le genera cierto placer tener el poder de inventar cada respuesta y seguramente se siente orgulloso de no mentirle, de responderle siempre lo mismo, de no estimularla y decirle que ya llegan. Entonces, cuando ella le siguió preguntando, didáctico como un padre cuando le responde a una niña, con el cuidado y la paciencia que nace del cariño y para no romperle la ilusión, él volverá a responderle lo mismo. No avanzaron mucho. Están en la misma avenida.

III

Para apropiarse de los espacios elige las sillas. En casa de él, le habían gustado una silla de las que acompañan a la mesa y un sillocito tipo sofá, de los de un cuerpo. Ella pensaba en la belleza de decir sofá de un cuerpo, y está en que el sofá podía siempre contener dos; y desafiar esa construcción semántica de sofá de un cuerpo la erotizaba un poco, porque luego de sentarse primero en la silla que acompaña la mesa, cuando él se iba a buscar algo, por ejemplo el té que le había pedido, se trasladaba al sillón de un cuerpo y se sentaba ahí como un bollito, abarcándolo por completo, considerando que su cuerpo ya no era cuerpo sino  un líquido contenido por un cuerpo sentado en una forma. Él debe saberlo, porque le mira las medias que para esta altura ya están secas y antes de tocarlas prepara el tacto, toma su guitarra y toca la guitarra, canta algo y entibia su boca; ella, mientras, prepara sus piernas, las desarma del bollito y las acerca a la guitarra, porque quiere el deslizamiento de su tacto. Una sola vez se besaron por la calle porque sí, recuerda. La primera vez que se vieron. Si no se van a hacer cosas con los cuerpos no se besan. Por eso las medias de nailon, por eso el hacerse un bollo para reemplazar su propio cuerpo, por eso las preguntas, la guitarra, el té, el bondi, la silla, la espera.


IV

Hay un momento del asunto en el que esta situación ya más o menos cotidiana se torna siniestra. Pasa a la mañana, cuando se despierta. Abre los ojos e intenta sentir que conoce las sábanas que la contienen y las mira mucho. Trata de reconocer los detalles y los va enumerando con la vista. Los objetos, las sensaciones, la persona que tiene al lado. En ese orden, porque lo último que asume que le cuesta reconocer es a la persona que tiene al lado. Entonces sucede un racconto mental e imparable, toda su historia amorosa llena su cuerpo y lo siente pesado, como si fuera a hundir la cama y tirarlos al piso en un accidente. Como no lo puede evitar le produce miedo. Como le produce miedo se activa la huida. Y cuando huye, le da tristeza. Es un misterio de dónde nace el sentimiento. Le duele el cuerpo y le produce cansancio. Sentir, la acobarda. Se da cuenta que nada la une a ese momento más que su propio esfuerzo que desestima, ni siquiera el abrazo. Porque no hay nada más triste que el miedo de que quien está al lado la agarre dudando. Él no supo de todo lo que ella vio y enumeró, ni de los monstruos que se le paran al costadito cuando está durmiendo. Sabe que cuando duermen hay algo, porque le hacen un lugar en medio y respetan con mucho cuidado no transgredir ese espacio. También saben que cuando hay un medio es porque existe una distancia que separa y tal vez esos seres imaginarios que duermen con ellos sean la cosa más verdadera que comparten (o acaso querer a alguien no es precisamente eso) y a ella esto le produce el terror, la tristeza y la huida necesarios para pensar que pasado el momento, puede que sea lo único real y perenne que tuvieron los dos porque sus sentimientos de amor cuando se vuelven monstruos, cobran vida, y lo destruyen todo.

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