jueves, 7 de febrero de 2013

Wallflower






a Loj, 
dictadora



No seamos el personaje de la película de Emma Watson
y repitamos al espejo, o frente a la computadora:
"no vamos a mendigar por amor".

Vamos a empezar a ser sinceras y convertirnos
en nuestras aliadas
porque somos amigas
y entre amigos no nos mendigamos. 
Porque no somos la protagonista
de la película mala,
al contrario de esas ficciones terribles
tenemos el coraje de decirnos las cosas
y proclamar que somos un desastre frente al hombre que queremos
y que no conseguimos nada con querer nada
porque nos la pasamos lamentándonos por lo que conseguimos
y encima, si llegamos a enunciarlo
por temor
con frecuencia
maquillamos las heridas con base de la más clarita
como tapando las marcas de nuestra cara
porque nos dicen que la adolescencia todavía no se terminó del todo.

Queremos ser cómplices de este siglo, no nos sale.
Lo intentamos cada día pero no es noticia que se murió el amor hace rato.
Y contra todo rumor de vereda, nosotras no somos hija de buena vecina

porque crecimos siendo criadas como señoritas
para convertirnos en mujeres confundidas;
en nuestro haber hay más recuerdos caseros sobre cómo cortarse el pelo
y sentarse con las piernas cruzadas
que sobre decir las cosas
(y después tiene que escuchar una
que le digan frígida
o lesbiana 
como si esto último pudiera llegar a ser un insulto, 
aunque equivocado)

Tal vez por eso, y sólo por esta razón
es que a veces nos confundimos.
Compramos la historia
y terminamos cruzando los labios y abriendo las piernas
para después largar con desesperación
todas las palabras que guardaron 
nuestros úteros infantiles
tercos
y malgastados. 

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