domingo, 24 de julio de 2016

Vis magna


Quién dijo que hay que nombrar a la violencia si se nota
en las formas agresivas que suelen ser observables
en las marcas que ejercen los tiempos que corren
en los cuerpos dañados y vulnerables
prestos para la ocasión en la que por elección o por azar
nacimos mujeres
o nos hicimos mujeres,
da lo mismo
si a la violencia no le entra su nombre en un sopapo
ni en un tono de voz determinado
yo digo que mi cuerpo se enferma saboteado
cuando desplegamos un deseo que
con la ilusión que caracteriza a los deseos
termina agotado a rastras con hambre y sed
desnudo famélico por favor
te dice
el daño aprieta fuerte por silencio e inacción
hasta romperte el cuello
y una desea en cambio que le rompan el cuello
porque así al menos
nos entraría más rápido por los sentidos
lo violento del asunto que no detectamos
y el silencio la omisión
la indiferencia que es mi pata vulnerable
contamina todo el mundo
que le armamos al deseo
de dormir juntos
para luego ser enviado a donde duermen los perros
en la calle
y está helado
ahí afuera
y es difícil
y es mi culpa yo lo hice
y me lo creo
al enunciarlo le das vida
y lo entregamos a otras voces
a cambio apenas de un bocado
por creerme
que el lenguaje es otra cosa
más que un conjunto de momentos compartidos
bajo el mismo techo
y desnutrido mi deseo
te reclama tiene frío
se acostumbra a tu maltrato
siempre enmascarado
en la forma de un lenguaje
o de una ausencia
y el lenguaje es otra cosa
que va y viene
y el maltrato es
recibir sólo a tu antojo
y la violencia es invadirme con sequía de palabras
hasta que una se encuentra sola con sus palabras
aisladas del contacto comunicativo
y no teniendo de donde agarrarse
las palabras suenan solas para adentro
como campanas diseñadas chiquititas a propósito
hacen eco hasta que suenan repetidas solitarias
las palabras van dejando de significar cosas
y lo más humano que tiene una como poeta
son las palabras
que ya no dicen el deseo porque murió de hambre
y eso es violento porque le quitaste la empatía
de sentir la vida en las palabras que voy deseando
y que ya no escucho
más que como fantasmas que se me aparecen vengativos
esperando una venganza justa de su muerte
y no hay manera que remplace
este decir que me mataste
la violencia deliberada o se nombra
o se repite.

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