"¿Estás escribiendo un poema feliz?", me pregunta Cecilia.
Yo le contesté que no hay poemas felices,
porque la mierda de la vida siempre escribe poemas tristes.
Y qué le iba a decir a mi pobre amiga
que espera con ansias verme contenta
cada día menos rimada de tristezas
queriendo encontrarme de a poco con un resabio de alguna
sonrisa.
Pero voy a hacer de cuenta que sí (que escribo un poema
feliz)
Y también voy a escribirlo pensando en el futuro
como una especie de desiderata sincera
que finalmente dé por escribirse como un poema feliz
y acabe por fin con esta malicia depuesta.
Porque lo que yo quiero es verme contenta
(a pesar de que me encanta revolcarme en amargura
y escribir)
y para eso también sé que es verte feliz en mis poemas.
Yo no quiero que pienses que mi vida me aprieta
porque ya no estás conmigo
o que mi odio me alarma
por esa misma pequeña razón.
La felicidad viene por otro lado.
A veces quiero ser feliz espontáneamente
y busco fórmulas esotéricas para que me rescaten de este eclecticismo
y sé que si me pienso sola me pienso triste.
Pero no hay caso,
la felicidad viene por otro lado
y lo que yo quiero es verme completa.
sentir que todo lo que te dije fue austero y que mis deseos
son pedazos de mi alma puestos especialmente en tu camino
pero no para que los juntes consternado
sino para que los lleves como bandera en tu hombro militante
porque si te digo que el amor que estuve creando para vos
era un poco de mi felicidad,
¿qué hay con llevarlo clavado en tu corazón de duna
si ese amor desértico que te daba estaba fundamentalmente
hecho para vos?
Llevalo, no vayas a pensar
que la felicidad es una sola y se agota
y que nuestro cuerpo algún día va a dejar de producirla
porque ya lo sabemos:
la felicidad viene por otro lado
y lo que yo quiero es verme libre de tristezas
diciendo lo que quiero decir sin esfuerzos
queriendo despedirme de vos sin preámbulos,
pensando qué lindo fue todo eso que hicimos
y qué lindo este cariño que nos creamos
y qué bueno que me dejaste hacerlo,
porque la felicidad siempre queda en otro lado
y tenerla tan cerca, ¿no es un orgullo nuestro, acaso?
Pensalo,
la felicidad viene por otro lado,
pero siempre viene
al fin y al cabo nuestros mejores deseos
se cruzan alguna vez en la vida
y si ahora se bifurcan como senderos opuestos
a nosotros nos queda la dicha de alguna vez
habernos encontrado.