Este agujero en las yemas de los dedos,
con escribir, ¿se tapa?
Mezclo palabras y voces sucias de tierra
que me alientan a encontrar otra forma
de decir las cosas más honestas;
pero este agujero que me perfora
el cuerpo como un piercing mal hecho
que me escarba entre las venas como
una dosis de suero hospitalario
¿se va?
¿se nota?
Yo no quiero verme más así de agujereada
es una lástima saber que con los cinco dedos
de cada mano
tuve que soltarte el cuerpo
más preocupada por cubrirme las heridas
que me hacías al salirte
que por levantar la mano y despedirte
con ese adiós que te tenía preparado.
Me cortaste las manos
y lo guardé para después
y los balazos
que me destrozaron las yemas de los dedos
siguen su camino de proyectil perdido en el cielo
y a mí me chorrea la sangre de estas manos ansiosas
que parecen las manos de un Jesucristo mujer sin falo
porque se arranca los clavos
y luego
lubrica con sangre la memoria
y se masturba.
Entonces yo
me toco el cuerpo para recuperarlo
me baño de sangre para renacer un poco
de tu piel queda apenas un rastro
en el camino que va
de mi sufrimiento al tolerar
tu indiferencia
tu indiferencia
así que decime entonces,
con el sufrimiento tuyo, ¿qué hago?
¡A mí me cortaste las manos!
El sufrimiento tuyo
¿qué me importa?
Deberías haberlo pensado antes de meter la mano
ahí
acá
donde me excito
donde me mojo
con sangre
donde vuelve a sanar este cuerpo coagulado
y se ve crecer en un agujero primitivo
que me costó perder.
El tuyo es un ritual pagano
te vi bailar sobre mi ropa desnudo
pero yo me vi peleando
y me eché a correr.
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