Estragón: - Vámonos.
Vladimiro: - No podemos.
Estragón: - ¿Por qué?
Vladimiro: - Esperamos a Godot.
Cuando el terror acecha
da lo mismo un beso en la mejilla
o en la boca:
lo más terrible es lo que se piensa,
se dice
y no se concreta.
El miedo es cómplice de violación de los sentidos
y algunas personas disfrutan y observan.
Cuando el terror está cerca
tus ojos enrojecen
y mis manos se desconciertan;
los cuerpos enteros atentan
contra nuestro hambre.
Pero,
cuando realmente percibimos el terror
y sentimos su amargura
y su gusto a hierro o carne,
armamos muros invisibles
y te quedás manco y ciego;
y yo obedezco
y me quedo quietita
y no muerdo tu sangre.
Ahora me pregunto si sabías
que cuando el terror daba vueltas
el cielo estaba preparado
para anochecernos
mientras esperábamos un sesenta
que nunca vino;
el resto de la gente miraba a dos boludos
paraditos,
muertos de miedo.
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